Molinera de Schamann es una empresa familiar, integrada en Grupo Capisa, que tiene como misión la fabricación de diversos tipos de harina para consumo humano, incluyendo harinas de panificación y para repostería. Esta producción se comercializa en la provincia de Las Palmas.
Forman parte de los elementos esenciales de Molinera de Schamann la calidad de las producciones y la dedicación a los clientes, mediante conocimientos y habilidades, tanto productivas como de gestión, que se trasladan en el ámbito familiar.
Hoy en día, la tercera generación de la propiedad da ya sus pasos en Molinera de Schamann, por lo que es una industria local de gran arraigo.
El de Molinera de Schamann es un trabajo tan delicado como importante: fabricar las harinas con las que panaderos, reposteros o restaurantes de la provincia de Las Palmas elaboran el pan, bollería -tanto artesanal como industrial- hojaldres o pizzas. Muchos de los alimentos que los canarios tienen en sus despensas están elaboradas con las harinas de Molinera de Schamann, un orgullo y una responsabilidad para todo el equipo de la empresa.

Detrás de la marca Molinera de Schamann hay más de setenta años de dedicación y trabajo constante que han dado como fruto una empresa moderna, tecnificada y con personal formado, que se dedica a la elaboración de harinas para el consumo humano.
La Historia de Molinera de Schamann se remonta a 1945, cuando Emilio Etala y Ramón Cruz, padres de dos de los accionistas actuales de Grupo Capisa, crearon una empresa para producir gofio.
En 1955, gracias al Servicio Español de Productos Agrícolas (SEPA), la empresa, bajo la denominación de Harinera de Las Palmas, inició la producción de todo tipo de harinas.
La historia de Molinera de Schamann como tal se inicia en 1970, cuando se abre la fábrica en el barrio grancanario del mismo nombre. El objetivo empresarial: producir gofio e importar cereales para la venta directa. Con ese fin se realiza una importante inversión en los silos del Puerto de La Luz y de Las Palmas.
Ya desde sus comienzos y con su denominación actual, la empresa incluyó unos procesos de producción novedosos, utilizando rodillos en lugar de los tradicionales molinos de piedra que se venían utilizando hasta el momento para la producción del gofio.
Años después, debido a la necesidades de espacio y de infraestructuras para poder afrontar la renovación e innovación de equipamientos, se decidió el traslado de la fábrica al Polígono Industrial de Lomo Blanco, lo que facilitó un incremento de la producción y su diversificación, incorporando al catálogo de productos las harinas integrales y otros tipos de harina, abandonando definitivamente la producción de gofio, cuya comercialización había estado en la idea original de la empresa.
En 1994 se finalizaron las obras de Lomo Blanco-Las Torres, dotándose la empresa de una fábrica con capacidad suficiente para los retos que el mercado comenzaba a plantear.